Los seres humanos podemos aceptar nuestras manías u obsesiones sin preguntarnos sobre ellas, tomándolas como un aspecto del carácter, lo cual no supone en absoluto que éstas no sean consecuencia de una patología.
Frecuentemente los rituales, la escrupulosidad y las ideas compulsivas impiden a las personas realizar una vida normal. La necesidad de verificar repetidas veces que no han cometido ningún error, o que no han olvidado tal o cual detalle, o realizar determinado ritual para acceder a la calle, a un medio de transporte, etc., vuelve penosa cualquier tarea que desempeñen. Esto, sumado al sufrimiento que produce, llega a limitar la vida del sujeto hasta el extremo de sumirlo en la invalidez.
¿En qué momento una obsesión se considera patológica? ¿Qué tanto daño genera en la vida de quien la padece?
Nuestro tema este miércoles en Diálogos en confianza: "Obsesiones, manías y supersticiones".
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